En la fortaleza de Weisshaupt, en
las desoladas Anderfels, se produjo un encuentro. Soldados del imperio,
curtidos veteranos que en toda su vida no habían conocido más que una guerra
desesperada, se reunieron. Cuando partieron de Weisshaupt, habían renunciado a
su juramento para con el imperio. Ya no eran soldados: eran guardas grises.
Los guardas empezaron una campaña
agresiva contra la ruina, contraatacando a los engendros tenebrosos, recuperando tierras que se daban
por pérdidas. La ruina distaba mucho de acabar, pero sus victorias llamaron la
atención y muy pronto recibieron la ayuda de todas las naciones de Thedas.
Crecieron en número, así como en
reputación. Finalmente, durante el año 992 del imperio de Tevinter se enfrentaron
al archidemonio Dumat en las llanuras silenciosas. Un tercio de todos los
ejércitos del norte de Thedas se perdió en la refriega, pero Dumat calló y los
engendros tenebrosos se retiraron bajo tierra.
Pero aquello no se había acabado.
El imperio adoró antaño a 7
dioses: Dumat, Zazikel, Toth, Andoral, Razikale, Lusacan y Urthemiel. Cuatro se
han levantado como archidemonios. Los guardas grises han montado guardia
durante las eras, sabedores de que la paz es precaria y de que su guerra
continuará hasta que el último de los dioses dragones haya desaparecido.
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